Aldebarán


Me dirigí al Sol
al  camino contrario
de donde la Luna cegaba su caminar
dejando el rastro indeleble
de su última sombra confusa.

Encontré un árbol cuyas flores amarillas
brotaban tiernamente,
recordaba a la esperanza enterrada en una fosa
de mi temeroso y muerto pasado.

Continué hasta que el Sol durmió.

Balanceándose

Tuve un fin de semana extraño, uno al que debo acostumbrarme a estar sin ti. Se siente extraño volver a estar sola. Se siente extraño volver a estar rota.

¿Fortuitos? Una vez cada cien años.

Pasé entretenida cinco minutos de mi vida, cinco minutos en los que sólo detallé con ainco y entusiasmo la tela de una araña muy bien hecha; cómo algunos de sus hilos se iluminaban a la luz de los fotones que se filtraban por la ventana y las partículas de polvo se hacían de pronto visibles. Viendo cómo los pequeños insectos se trepaban de ella y quedaban atrapados en la trampa luego de buscar un pequeño lugar para descansar sus pequeñas anatomías y ver que, mientras más luchasen en desprender sus cuerpecillos del pegamento de la telaraña más aferrados a ella quedaban. Por suerte la araña no ha vuelto a casa.

¿Que qué es lo que pienso hacer con mi vida?

Pues nada. Es lo que me pregunto casi cada noche antes de dormir y la respuesta es casi siempre la misma: las dos primeras letras que componen la respuesta a la pregunta que, categóricamente hablando resulta, muchas veces ser una estupidez. Otras veces la respuesta vuelve a ser la misma pregunta y la respuesta a la respuesta es tan vacía que cierro los ojos y me quedo dormida en un ciclo casi infinito de respuestas cuyas preguntas son repetitivas hasta que al anochecer siguiente una pregunta nueva surge introduciéndose entre mis pensamientos y hace que me olvide de la pregunta original: ¿Me extrañas alguna vez? ¿Paso por tu cabeza como tú lo haces en la mía en pequeños instantes como este que me iluminan como una estrella fugaz que deja tras de sí su tenue estela en la oscuridad del firmamento como una sensación de agobiante anhelo y saudade apesumbrada? Bien, no quisiera pensar en la única posible respuesta...

Éter insectiano

Me veo empequeñecida, pero ¿cuando he sido grande? Tan sólo es poco el espacio que ocupo, tan minúsculo que a veces se asemeja a una partícula y otras veces parezco ser tan etérea que me disipo como el simple suspiro que nace en mi ser.

Como un insecto que se esconde en los rincones oscuros de una vieja casona buscando un lugar seco y oscuro en el cual construir su morada. Así soy, como el pequeño insecto que vi en la tarde de ayer.

Niebla etérea

Cuando me pierdo, el camino de regreso se vuelve un laberinto en donde habitan mis sueños y también mis pesadillas. La niebla etérea entonces me impide ver la entrada o, ¿era la salida?.